Al estudiar la historia del buceo, vemos que el hombre siempre ha querido adentrarse en las profundidades del océano, para adentrarse en lo desconocido, así como para explotar las riquezas del mar.
Desde Madrid Buceo queremos fomentar el buceo en todos sus ámbitos de modo que en el artículo de hoy hablaremos sobre la historia del buceo y las diferentes mejoras técnicas que nos han llevado hasta el equipo autónomo de buceo.
Buceo en la Antigüedad
En primer lugar, las referencias históricas más antiguas con relación al buceo las podemos encontrar en diferentes ornamentos hallados en Egipto y Asia menor en la que aparecen buceadores a pulmón. Estos objetos están datados entre los años 4500 y 1500 a.C.
Homero describe en su obra “Historia de la guerra del Peloponeso” en el 460 a.C. cómo, durante el asedio a Siracusa, los griegos usaban buceadores para eliminar las defensas subacuáticas colocadas por sus enemigos para impedir la llegada de las naves griegas a sus costas.
Siglos XVI y XVII
En 1535, Guilineo de Loreno desarrolló la primera campana húmeda de inmersión. La idea era simple pero eficaz. La campana se sumergía en el agua quedando el aire atrapado en su interior. El buceador la utilizaba como “base de operaciones”. La idea consistía en tomar una bocanada de aire antes de sumergirse; cuando se iba quedando sin aire, regresaba a ésta para tomar aire de nuevo y continuar con la inmersión sin tener que regresar a la superficie.
Las campanas húmedas fueron utilizadas durante los siglos XVI y el XVII. Poco a poco fueron mejorando al ser fabricadas con otros materiales como el vidrio, el cual permitía una mejor observación del fondo marino. Sin embargo, el principal inconveniente de este sistema era que la inmersión dependía mayoritariamente de la capacidad pulmonar del buceador. Además, a día de hoy sabemos que es necesario renovar el aire, y con la campana húmeda no se podía hacer.
En 1690, Edmond Halley (descubridor del cometa que lleva su nombre) logró llevar aire desde la superficie hasta el fondo marino a través de unos tubos conectados a unos barriles.
En 1689, Denis Papin diseñó un sistema mediante el cual podría bombearse aire desde la superficie hasta la campana sumergida, por lo tanto, se podía aumentar de forma significativa el tiempo de fondo. Sin embargo, tuvieron que pasar casi cien años hasta que pudo materializarse el diseño de Papin.
Siglo XVIII
En 1715, John Lethbridge construyó el primer “traje” de buceo cerrado. Este consistía en un cilindro de dimensiones superiores a las de un hombre que poseía una escotilla de cristal que permitía visualizar el exterior. Además, el cilindro presentaba dos orificios por los que el buceador introducía los brazos para así poder manipular su entorno. Después de introducirse el buceador en el cilindro, éste se sellaba quedando aire atrapado en su interior. El suministro de aire quedaba limitado a la cantidad que permanecía dentro del traje.
La idea de Denis Papin fue llevada a la práctica en 1788 por John Smeaton, quien construyó una campana que recibía aire fresco de la superficie. Esto sentó las bases para la creación posterior del equipo autónomo de buceo.
Buceo en la primera mitad del siglo XIX
Entorno al año 1825 se produce una bifurcación en cuanto al desarrollo del equipo de buceo:
Por un lado, se desarrollaron equipos conectados a la superficie mediante un tubo. Estos serían los precursores del equipo umbilical moderno utilizado por los buceadores profesionales que bombea aire desde la superficie hasta la escafandra del buceador.
Por otro lado, se apostó por comprimir el aire en tanques que los buceadores transportaban bajo en agua. Por lo tanto, se inció el camino a la creación del equipo autónomo de buceo. William James fue el hombre que inventó un equipo en el que se podía almacenar aire a 30 atmósferas de presión. Aunque la idea tuvo buena acogida, no disponemos de datos que demuestren el uso de dicho equipo.
En 1819, Augusto Siebe, un alemán que emigró a Inglaterra, inventó el primer casco cerrado de buceo, creando así la primera escafandra de buceo. Se basó en los mismos principios que la campana, y fue patentado en el año 1837.
En 1832, Condert diseñó y construyó el primer equipo de buceo autónomo funcional. Su principal inconveniente era el breve tiempo de fondo del que se disponía, ya que la entrada de aire a la escafandra se llevaba a cabo mediante una válvula de flujo continuo. Además, el tanque tenía una baja presión, lo que imposibilitaba bucear a mucha profundidad.
Buceo en la segunda mitad del siglo XIX
El 1863, Cato McKeen solventó algunos de los problemas anteriores con su nuevo equipo de buceo. Utilizó un tanque de bronce y pudo añadirle presión. Sin embargo, seguía teniendo problemas durante el suministro de aire ya que, al igual que en el modelo de Condert, este era suministrado por una válvula de flujo continuo. El aire exhalado era expulsado al exterior mediante un tubo situado en la parte superior del traje. El traje de Cato fue el primero en incluir un dispositivo de flotabilidad, es decir, fue el precursor del jacket, ya que tenía un funcionamiento similar a éste (al introducir aire en el traje mediante una válvula, éste ascendía).
En 1898, Luis Boután diseñó un equipo autónomo compuesto por un casco de cobre que recibía aire de un recipiente de acero a presión capaz de soportar 200 bares, al igual que las botellas actuales.
Buceo en el siglo XX
En 1918, el japonés Ohgushi mejoró el equipo autónomo de buceo sentando las bases de la actual segunda etapa de los reguladores.
En su diseño, el aire era almacenado en uno o dos tanques de 150 bares de presión que eran transportados en la espalda del buceador. Mediante una válvula de regulación manual el aire era inyectado en un saco flexible, donde la presión variaba desde los 150 bares a la presión ambiental (lo mismo ocurre en las segundas etapas actuales).
Desde ahí, el aire se enviaba hasta la máscara a través de un tubo con una válvula de retención. El tubo tenía un extremo fijo y otro móvil (este último se sujetaba entre los dientes), por lo que, para poder respirar, el buceador debía cerrar la boca e inhalar por la nariz; para exhalar, era necesario soplar por el tubo de la boca. A pesar de ser un equipo muy rudimentario, existen registros de inmersiones de hasta 80 metros de profundidad con este equipo.
Como veis, al estudiar la historia del buceo podemos ver cómo han evolucionado los equipos de buceo; además, éstos siguen mejorando poco a poco para poder seguir permitiéndonos llegar hasta los lugares más recónditos.
Muchas gracias y buen azul.
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